Digamos que ya
no sé nada
que acaso
nunca
he sabido.
Que me falta el aliento
justo cuando lo necesito
y que me impongo el silencio
cuando el terror
la ira
el enfado
todos ellos
se confabulan
para exigirme un grito.
Me falta el habla
y por eso escribo
y me masturbo en versos
livianos
como suspiros
pero
incluso el esperma
que debería
preñar tu mente
arañar tu alma
a mí me falta
yo no lo tengo.
Lo que ocurre
es
que yo creía.
Yo
creía
en algo
Y cuando yo creía en algo
pasaba los días
derramando mi voluntad
en puestas de sol
que parecía ideas
y derramando mi tiempo
en ideas
que parecían
una puesta
de sol
un camino
en el que no crujen las hojas
o un puñetazo sincero
un dolor en el costado
o puede que
un sinfín de metáforas
que no son otra cosa
que posturas
literarias
para acabar
hablando siempre
del mismo miedo.
Un felpudo de letras
para esconderme debajo
para tapar
mis miedos.
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