Te invité
y comenzaron los disturbios.
Contra el suelo
derrumbaste
nuestro imperio
de rutinas.
Te vi abrir fuego
perforar la pared.
Te vi unir los puntos
con tu pintalabios
un trazo
dibujaste la silueta
del plan maestro.
Te invité
porque venías
con ese aire
de indolencia,
esos vientos
de anarquía
felicidad
sin preocupaciones
apareciste
con esa bomba bajo el brazo
y esas ganas de explotarlo
todo
y derrumbarlo
hacer añicos
destruir
pulverizar
todas nuestras calamidades.
Te invité
y tú comenzaste los disturbios
con tus poemas
las canciones
las historias alternativas
y también las otras
las que lees en tugurios
con amigos sospechosos
de ideas peligrosas
y palabras mal sonantes
y que llevan siempre encima
todos los abrazos
abrazos
siempre
abrazos
como pelotas de goma
reduciendo a los hostiles
abrazos
para empezar
por fin la fiesta
y acabar
disolver
esta interminable guerra.
Sólo así
decías
sólo así
construimos catedrales:
templos sin piedra
casa sin púlpito
ni oradores
que levantamos
en paraísos
que conquistamos
en ejército
junto a todos
aquellos
que nos quieren.
Te invité.
y tú acudiste sin demora
y me pillaste antes de tiempo
y yo
con estas letras
con estos cuentos
de Calleja
tan perplejo
yo
tan mirando
tan de lejos
la explosión
del desencanto
fulminando
ciudades
países
hemisferios
destrozando
corazones
tan podridos
tan negros
tan gastados
los corazones
de nuestros enemigos.
Me prometiste
cuando todo acabe
soplaremos las cenizas
y enterraremos
a todos nuestros muertos
y nunca los olvidaremos.
Me prometiste
por fin
quitarnos la piel a tiras
a tirones
dentelladas
a balazos
con ácido
con fuego
desollarnos
y acabar con este juego
tan humano
tan macabro
tan difícil
de llevar.
Te invité
y comenzaste los disturbios.
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