Y recobrar cualquier día a ese hombre, que no ha sido hallado y nadie sabe más de él. Aquél que perdió sus pertenencias y vendió sus documentos, y con ellos, su identidad, su afiliación, sus pensamientos, sus ardores y sus tristezas.
Quisiera verlo algún día y bajo el mismo sol, y cara a cara, extender mi brazo, agarrar su mano, apretar su carne. Solo para confirmar que mis recuerdos, lo que guardo acerca de este hombre, las mentiras a las que uno se aferra mientras sigue siendo joven, son cada uno de los capítulos de mi vida.
Pero ser yo mismo no le exime. Si acaso le convierte a él en mi ensayo, y a mí, en su error.
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El hombre que ha quedado muestra a un escritor maravilloso, que nos deja leer entre líneas, que el hombre-persona-ser humano que lo sustenta también lo es. 😉
Muchas veces en la vida uno desea vender su pasado, su piel y sobretodo sus recuerdos. Pero no nos queda otra que aprender a convivir con ellos, aunque sea guardándolos(y muy bien cerrados) en un cajón en lo más profundo del desván.
Enorme y precioso texto, Tebu, enhorabuena.
Un abrazo fuerte.
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